lunes, 28 de enero de 2013
Steve i Claire - Capítol XII - "Indicis"
viernes, 25 de enero de 2013
Steve i Claire - Capítol XIII - "El desenllaç"
lunes, 21 de enero de 2013
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viernes, 18 de enero de 2013
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lunes, 14 de enero de 2013
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domingo, 13 de enero de 2013
Ceferino Oliver-Capítulo I (Casa Alta 2003)
Ceferino Oliver se dio a conocer una tarde del mes de
octubre, en plena deshojación de los castaños del Parque de María de las
Mercedes, o parque de los perros, tal como era llamado por la gente del pueblo por
estar siempre lleno de perros desperezándose, rascándose, perros meones
olfateando cada uno de sus rincones, marcando sin cesar sus posesiones.
Esa tarde, Ceferino Oliver, editor, redactor, reportero e impresor de su minúscula e impenetrable empresa, editora de los panfletos causa de su imparable capacidad para crear “slogans” marca de la casa, estaba marcándose su ronda diaria en busca de nuevas aportaciones para la humanidad -tal como él las llamaba-, cuando, sin saber cómo ni porqué, se adentró por un oscuro y largo callejón. Siempre metido en sus cavilaciones no recayó en que nunca había visto esa callejuela, y siguió marchando sin dejar de rumiar.
Pronto, una leve brisa seca y helada recubrió su rostro despertándolo de su apaciguado letargo mental, y fue entonces cuando se percató de que no sabía dónde estaba. En un instante su mente repasó todo lo que pudo recordar, intentando descubrir porqué se encontraba ahí. Pero ninguna de sus explicaciones logró darle la respuesta.
Volvió a mirar a un lado y a otro. Ambos desaparecían tras el oscuro callejón, dándole una sensación de estar como flotando en el vacío. (continuará)
sábado, 12 de enero de 2013
Ceferino Oliver-Capítulo II
A su derecha, el callejón brillaba en su opacidad. Un muro de
hormigón se alzaba imparable hacia lo alto, sin un respiro, tal cual la piel de
un elefante, rugosa y seca, interminable… A su izquierda el muro estaba plagado
de minúsculas ventanas, oscuras y hondas, que subían sin cesar hacia un cielo chapado
en negro, cual alquitrán, pero opaco, sin ninguna luz destellante portadora de
una realidad ahora no existente.
Ceferino Oliver estaba perdido. Él, que tanto sabía, que
tanto promulgaba, ahora se hallaba inmerso en un mar de dudas, cavilaciones,
preguntas sin respuesta que machacaban su celebro por todos los bandos,
dejándolo en una sucesión de estados de shock que pasaban por un coma
momentáneo seguido de una epilepsia frenética que lo retornaba al coma. Y así
durante un tiempo indescriptible que, en realidad, no fueron más que unos pocos
segundos. Pero el tiempo y el espacio ya no eran reconocibles por Ceferino
Oliver, cuya nueva perspectiva iba más allá de esta dimensión.
viernes, 11 de enero de 2013
Ceferino Oliver-Capítulo III
Su percepción de todo lo conocible le provocaba una infinidad
de nuevas sensaciones nunca antes experimentadas por su cuerpo, hábil de experiencias,
pues se había pasado la vida buscando los porqués y diagnosticando para cada
caso una breve pero implacable solución. En su vida había un slogan por encima
de todo: “CONOCE”, y ahora se encontraba perdido en un mundo que no conocía,
mamando sensaciones nunca antes experimentadas, a merced de una realidad nada
real, inexplicable…
Pero Ceferino Oliver no podía estar mucho tiempo sin comprender, su mente adiestrada para encontrar la respuesta a cualquier situación que le deparase la vida le ofrecía la posibilidad de reflexión. Respiró profundamente con los ojos cerrados, intentando por última vez creer que todo era un sueño, pero sabiendo que, de no ser así, su mecanismo cerebral se pondría en marcha, pues -no en vano- era Ceferino Oliver.
jueves, 10 de enero de 2013
Ceferino Oliver-Cap IV
Tras unos minutos abrió los ojos, pero todo permanecía exactamente igual, ni una mota de tiempo se había movido de su lugar. Volvió a mirar a un lado y a otro para intentar decidir qué dirección coger. Miraba hacia lo profundo escrutando en la oscuridad, dejándose llevar por cada ínfima sensación, queriendo averiguar… primero a un lado, después al otro… Nada era distinto, tal espejo reflejo de todo. Nada cambiaba en su interior, tal sueño apacible de una tarde otoñal.
Y así pues, ¿qué hacer? Su instinto, guía de tantas de sus metódicas búsquedas, estaba ahora inmerso en una nada. Así que cogió una moneda y lo echó a la suerte. Cara para el lado derecho, cruz para el izquierdo. Se colocó la moneda encima del pulgar, tal como hacen los árbitros de fútbol antes del encuentro para sortear los campos, y pulsó con todas sus fuerzas para que la moneda subiera a lo más alto. Y luego la vio caer, girando ante sí hasta tocar el suelo, sin provocar ningún ruido, ningún tintineo, sin tan siquiera un leve movimiento. Quedó plasmada, tal imán ante una chapa de hierro.
Ceferino Oliver se agachó para cogerla. Sus ojos, fijos en ella, dudaron un instante, pero la decisión ya estaba echada y no podía volverse atrás. Así que, ya sin ver el trozo redondo de metal, se fijó en el resultado del tiro, y por enésima vez volvió a sorprenderse, pues la cara y la cruz de la moneda se iban intercambiando a modo de capas superpuestas, tal cual dos aguas uniéndose en un mar.
Y con los ojos desorbitados volvió a levantar la cabeza y se
dio cuenta de que estaba en medio del parque de los perros. Tenía una moneda en
la mano, pero sus ojos lagrimosos no se la dejaron ver.
miércoles, 9 de enero de 2013
Pensaments (gener 2013)
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martes, 8 de enero de 2013
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el que és.