lunes, 23 de noviembre de 2015

Poderosa pobreza



Sin ni siquiera prestarle atención lo llevamos a la práctica cada día, mientras se dispersan los cuerpos desnudos tras los lastimosos cuidados que reclama el momento de la muerte.

Sólo conseguimos comernos la gravedad de las palabras al darnos cuenta que la situación del otro es peor, y al saberlo nos retorcemos en la silla por no poder hacer… Hablamos con entusiasmo del suceso para reflejar vivamente nuestra estructura interior. Y a pesar de todo ya no tenemos miedo.

Escribimos a toda velocidad las palabras que nos giran en el fondo del cerebro y el músculo se relaja de golpe. Pero no se puede retrasar más el decirlo, la “pobreza” de la humanidad es tan opresiva que puede estallar todo en cualquier momento. Menuda mierda. 

Por eso me pongo a escribir, el corazón me late muy deprisa -es otra manera de masturbarme sin la necesidad de la poderosa belleza viril-. Es la excitación por la situación de Europa Occidental, carente de luminosidad, aquella que ha llevado a cabo su gran obra de destrucción y ha acabado destruyéndose a sí misma, como la propia vida. 

Todo se ha acabado. Es la ley de la naturaleza. Nunca pensé que tendríamos tan pocas posibilidades. Nos aferramos a la vida, pero no nos dejan salir del gris profundo que lo envuelve todo. 

Lo único que sé es que no hay ninguna certeza, como dijo aquel…